Como ya se ha comentado en anteriores textos, la sabiduría del Tarot está formada por arquetipos, en cuanto al uso de unos elementos cargados de una simbología y una trascendencia universal, que transgreden el propio sujeto y su mundo, para definir toda una universalidad y una representación que trasciende el plano físico para alcanzar una simbología que puede ser leída e interpretada en distintos grados de profundidad, según sean los conocimientos del lector o el grado que desee el interlocutor.
Además de la esencialidad de los símbolos y los arquetipos, el Tarot esta íntimamente ligado a tres tipos de conocimiento antiguos y eclécticos, como son la cábala judía, los 10 sefirot y las 22 elementos del alfabeto hebreo; elementos que, de manera más detallada veremos en el artículo siguiente.
El Tarot: Conocimientos y Sabiduría
Se podría decir por lo tanto, que el Tarot es un compendio de los tres conocimientos anteriores y de sabiduría, que se viene a representar bajo la forma de las imágenes y una prolija simbología, ya vista en el estudio de cada uno de los elementos del Tarot. Metafóricamente, podríamos decir que es un libro de conocimiento formado por 72 páginas, (cada hora sería una carta), el cual debe leerse de una sola manera pero interpretarse de diversas formas y maneras, según el ser que interpreta, quien pregunta y las circunstancias que rodean el hecho de dicha interpretación.
El hecho de observar detenidamente una carta reflejará, por una parte, determinadas imágenes interiores del consultante o una experiencia vivida y, por la otra, desvelará el sentido de cada situación particular por la cual se consulta. Puede ocurrir que, algunas veces, ello confirme lo que ya se sabe de nosotros mismos, pero con frecuencia, también mostrará que esa verdad o esa certidumbre también puede deparar sorpresas o detalles no conocidos. Es cierto que el futuro puede y debe evolucionar de muchas y distintas maneras, pero teniendo información sobre distintas tendencias o posibilidades ciertas de aquello que puede ocurrirnos, podemos modelar nuestro comportamiento para cambiar o modificar, al menos en parte, el futuro con respecto a lo que las cartas están sugiriendo.
Arquetipos Universales
Son precisamente esos arquetipos universales, a través de las cartas, y con el fundamento que aportan los tres conocimientos antes señalados (la cábala, el sefirot y los elementos del alfabeto hebreo), los que vienen a determinar no solo las posibilidades de un futuro pre-establecido o generado debido a unas causas, sino que también, dichos arquetipos, nos pueden definir y aclarar nuestro pasado y nuestro presente. Ello puede suscitar la respuesta a muchas de nuestras preguntas cuando nos atormentan preguntas de por qué lo hicimos, o si estamos obrando bien en el presente en el que vivimos; en última instancia, se podría decir que el Tarot es un instrumento muy completo. Definirlo como un elemento para la interpretación o la adivinación del futuro será restar potencial y posibilidades a algo más valioso y más preciso como es la respuesta de preguntas a las que todos, de una manera u otra, debemos enfrentarnos en algún momento de nuestra vida.
Todos poseemos cualidades intuitivas, es cierto, pero también es verdad que hacemos un uso restrictivo de ellas: la educación científica y constatable o la propia sociedad, hacen que limitemos y neguemos determinadas actitudes intuitivas. Ello quizá, la propia sociedad, hace que no seamos conscientes de nuestras intuiciones, o incluso actuemos en desacuerdo con nosotros mismos y nuestra intuición porque atenta contra lo que nos dicta la razón; ello es algo que en el Tarot, la intuición, es cuestión del lector, junto con sus conocimientos y todas sus percepciones. Quizá la sabiduría del tarot sea eso… la certeza de intuirnos en nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
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